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martes, 24 de julio de 2007

El ladino o judeoespañol, la lengua hablada por la comunidad judía de origen español, vive un intento de recuperación



El ladino o judeoespañol, la lengua hablada por la comunidad judía de origen español, vive un intento de recuperación en Estambul después de décadas de falta de uso, que el Instituto Cervantes quiere apoyar a través de las Primeras Jornadas de Cultura Sefardí, que comenzaron hoy.
La mayor parte de turistas españoles que visitan Estambul piensan que quizás sólo puedan escuchar su idioma de los hábiles comerciantes del Gran Bazar, dispuestos a aprender la lengua de Cervantes para engatusar a sus clientes.Pero no, en la antigua capital otomana existe una gran comunidad cuyo lengua materna es también el español.Se trata de los sefardíes: los judíos expulsados de España en 1492 en virtud del edicto de la Alhambra y que han conservado su lengua y sus costumbres a través de los siglos.'Aquellos que los mandan pierden, yo gano', se cuenta que afirmó el sultán otomano Bayaceto II cuando abrió sus puertas a la llegada de los sefardíes y era verdad, pues los judeoespañoles contribuyeron al desarrollo económico del imperio que les acogió.Las Primeras Jornadas de Cultura Sefardí organizadas por el Instituto Cervantes de Estambul e iniciadas hoy tienen precisamente el objetivo de ayudar en la conservación del ladino.Para conmemorar el sesenta aniversario del semanario sefardí Shalom, las ponencias de estas jornadas versarán sobre la prensa en judeoespañol y contarán con la presencia, entre otros, del catedrático de la Universidad Ben Gurion Tamar Alexandre y la investigadora del CSIC Elena Romero.Pero, a pesar de que el ladino es la lengua materna de los 20.000 sefardíes de Turquía, sufre un severo abandono por parte de los jóvenes que prefieren hablar en turco, el idioma oficial y más extendido en el país.'Hasta la generación de los que nacimos en los años sesenta, el ladino era una de las lenguas que se hablaba en los hogares sefardíes. Sin embargo, ahora se habla cada vez menos porque ya no es la lengua que se habla en las casas, así que, si un joven sefardí quiere aprender ladino debe apuntarse a un curso', explica Karen Gerson Sarhon con ligera tristeza en su lengua judeoespañola, que recuerda mucho al castellano antiguo.Gerson Sarhon es la responsable del suplemento en ladino 'El Amaneser' y directora del Sentro de Investigasiones sobre la Kultura Sefardi Otomana-Turka y una de las personalidades más empeñadas en la defensa de la cultura del judeoespañol.Para Sarhon existen varios factores por los que se fue abandonando el judeoespañol entre los que destacan la influencia del francés durante el siglo XIX, el abandono del alfabeto 'Rashi' por el latino y la implantación de la educación nacional turca tras la instauración de la República por parte de Mustafá Kemal Atatürk.'Cuando se fundó la República de Turquía, hubo un cambio en la filosofía de la comunidad sefardí y sus dirigentes decidieron que la comunidad se abriese y se integrase en la sociedad turca', explica Sarhon.'Los sefardíes querían dejar claro que eran ciudadanos turcos 'de fe judía pero leales a la República de Turquía' -prosigue la intelectual judeoespañola- Así que se pusieron a aprender el turco porque aunque lo hablaban algo, tenían un terrible acento español'.Este abandono se produjo también por una caída del prestigio de la lengua ladina -agravada por la marcha de muchos sefardíes a Israel donde el hebreo pudo con el judeoespañol-, que perduró hasta los años noventa.'Estábamos a punto de perder toda nuestra cultura pero el trabajo de diferentes personas en todo el mundo ha conseguido que ahora empecemos a ver cierta recuperación', sostiene Sarhon.De hecho, algunos de estos jóvenes sefardíes que ya no hablan ladino en casa se apuntan a cursos de español moderno.'Si aprenden el español moderno la herencia sefardí será accesible para ellos porque una lengua no es una cosa abstracta, sino que a través de la lengua se produce la cultura y la forma de pensar. Y nosotros somos un pueblo mediterráneo que habla español' reitera.Sefarad, la tierra española que los judeoespañoles dejaron atrás hace siglos, sigue en la mente de los sefardíes.'Cuando un sefardí va a España, su sentimiento es muy curioso porque no se siente en un país ajeno sino como en casa', asegura Sarhon.Si los jóvenes sefardíes de Turquía consiguen no olvidarse del todo de sus orígenes, el ladino podría experimentar un renacimiento porque, como afirma un refrán judeoespañol divisa del periódico 'El Amaneser': 'Kuando muncho eskurese es para amaneser'.


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